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domingo, 19 de marzo de 2017

Presión arterial alta (Hipertensión).¿como medirla?

Presión arterial alta (Hipertensión)

La presión arterial aumenta al incrementarse la potencia de bombeo del corazón o al contraerse los vasos sanguíneos.
La presión arterial alta (hipertensión) es una enfermedad del sistema cardiovascular. La presión arterial aumentada está muy difundida, particularmente en los países industrializados.
El riesgo de hipertensión aumenta con la edad. Sin embargo, la hipertensión también la padecen las personas jóvenes. La hipertensión también puede estar causada también por hormonas como la adrenalina y la noradrenalina, pero también por enfermedades renales o por medicamentos.
No obstante, en el 95% de los casos, la hipertensión no tiene causas orgánicas manifiestas. La inactividad física, la obesidad, el consumo excesivo de alcohol o de sal y el estrés son las causas más frecuentes de la hipertensión,
Inicialmente, la hipertensión no presenta síntomas. A menudo, las personas afectadas ni la perciben. Más de la mitad de los afectados no saben que forman parte del grupo de pacientes hipertensos. Esto es peligroso, ya que una presión arterial permanentemente alta aumenta el riesgo de daños a los órganos vitales, como corazón, cerebro, riñones y ojos. Algunas de las posibles consecuencias son infarto de miocardio, insuficiencia cardiaca, ictus, insuficiencia renal y pérdida de visión.
La OMS reconoce 3 niveles de hipertensión:
 Nivel 1
 
hipertensión leve:
 presión arterial sistólica 140-159 mmHg 
 y/o
 presión arterial diastólica 90-99 mmHg
 Nivel 2  hipertensión media-grave:   
 presión arterial sistólica 160-179 mmHg 
 y/o
 presión arterial diastólica 100-109 mmHg
 Nivel 3
 
hipertensión grave: 
 presión arterial sistólica 180 mmHg o superior    
 y/o
 presión arterial diastólica 110 mmHg o  superior 
La OMS utiliza hipotensión (presión arterial baja) para referirse a una presión arterial inferior a 100/70 mmHg.

¿Cómo medir la presión arterial?

Las 10 reglas de oro para medir la presión arterial:

  1. Medir siempre a la misma hora. Puesto que las personas tienen aproximadamente 100.000 niveles diferentes de presión arterial cada día, las mediciones aisladas no son válidas. Únicamente las mediciones regulares a las mismas horas del día a lo largo de un periodo prolongado de tiempo permiten evaluar razonablemente la presión arterial.
  2. No consumir nicotina ni café en la hora anterior a la medición.
  3. En una posición relajadatras un reposo de 2 a 3 minutos, efectuar la medición en posición sedente. Incluso el trabajo administrativo aumenta la presión arterial aproximadamente 6 mmHg (sistólica) y 5 mmHg (diastólica) por promedio.
  4. No medir si la persona tiene ganas de orinar. Una vejiga llena puede producir incrementar la presión arterial unos 10 mmHg.
  5. Antes de realizar la medición, leer atentamente las instrucciones de empleo. El manejo correcto de los tensiómetros asegura la calidad de la medición y ofrece resultados de medición precisos.
  6. Cuando se use un tensiómetro de muñeca, mantenga el manguito (de la muñeca) a nivel del corazón durante la medición. En el caso de un tensiómetro de brazo, el manguito está colocado automáticamente en el brazo a la altura correcta.
  7. Durante la medición no hablar ni moverse. El hablar incrementa los valores en unos 6-7 mmHg.
  8. Entre dos mediciones, dejar transcurrir al menos 1 minuto para que los vasos queden liberados de la presión para una nueva medición.
  9. Anotar los valores en el diario de la presión arterial: en su diario de la presión arterial, anote siempre los valores medidos junto con la medicación tomada y la fecha y hora.
  10. Medir periódicamente. Incluso aunque sus valores hayan mejorado, continúe tomándose la presión como medida de control.

1 comentario:

  1. Gracias Joaquín, me ha parecido interesantísimo y muy claro este artículo para personas no profesionales y con inicios de hipertensión. Graciasssssssssssssss

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el ronquido y la apnea del sueño

RONQUIDO, APNEAS Y RESPIRACIÓN BUCAL

El síndrome de apnea del sueño o SAOS (Síndrome de Apnea Obstructiva del Sueño), es, junto con el insomnio, uno de los trastornos nocturnos más frecuentes. Sin embargo, se conoce desde hace poco más de 30 años. Afecta a un 2 a 4 por ciento de la población adulta, fundamentalmente a varones.

La respiración bucal es en nuestro estudio el denominador común favorecedor de síntomas y de patologías respiratorias con repercusiones clínicas diferentes.

Esta respiración bucal (RB) se encuentra asociada a ronquido simple, síndrome de resistencia de las vías aéreas superiores (UARS o SRVAS), y a la Apnea Obstructiva del Sueño-también llamada Síndrome de apnea Obstructiva- o síndrome del Sleep Apnea (AOS, SAOS, OSAS o SAS).

El ronquido, es un ruido inspiratorio que se produce durante el sueño al pasar el aire por un estrechamiento de la vía Aero digestiva superior.

El colapso de la vía faríngea durante la inspiración es el mecanismo que produce una respiración periódica o apnea del sueño.

Con la respiración bucal se desencadenan una serie de fenómenos que favorecen Ronquido y apnea obstructiva. Las fronteras entre estas entidades no son precisas y requieren de estudios, Registros Polisomnográficos a menudo onorosos, que determinan los niveles de oxigenación arterial y sus consecuencias.


El SAO es un trastorno caracterizado por una fragmentación nocturna del sueño producida por episodios de apnea e hipopnea. Se trata de una verdadera enfermedad que se relaciona con hipertensión sistémica, pulmonar, cardiopatía isquémica, arritmias cardíacas, accidentes cerebro-vasculares. Algunos autores encuentran una mortalidad más elevada en pacientes con SAOS superior a IAH >20. Ciertos autores han implicado al SAOS en trastornos psiquiátricos y neurológicos(déficit de memoria y concentración, somnolencia diurna, cefaleas, cansancio, irritabilidad- ansiedad-depresión, accidentes laborales y de tráfico.

El SRAVAS (Síndrome de resistencias aumentadas de vías aéreas) cursa con hipersomnolencia y sin apneas PSG. Se evidencian sin embargo hipoventilaciones con desaturaciones arteriales repetidas que conllevan a aligeramientos-disrupciones de la estructura del sueño con incrementos del CO2 y descenso en los niveles de oxígeno similares a las producidas por las apneas. -( Gould 1988)

Puede tratarse de una disminución global de los esfuerzos respiratorios

Estas entidades, RONQUIDO Y APNEAS, son síntomas respiratorios que se suelen asociar a menudo; y estos a su vez, se asocian muy frecuentemente a otros síntomas y patologías estrechamente relacionadas con la ausencia de una respiración fisiológica de tipo nasal durante el sueño. En todos los casos, con ronquido, o sin él, se trata de síntomas de alarma que indican sufrimiento en la primera función vital. El sobreesfuerzo muscular respiratorio y la lucha contra la obstrucción, se repite todas la noches, provocando un desgaste sobre órganos como el corazón, cerebro, etc. y sobre todo el organismo en general. Se reducen las actividades y funciones físicas e intelectuales además de favorecer un considerable número de patología inflamatorio infecciosa de las VAD.

¿Quién puede padecerlo?
Los síntomas más frecuentes que llevan a sospechar este trastorno son los ronquidos importantes, las pausas respiratorias nocturnas y una tendencia al sueño excesiva durante el día.


El síndrome de apnea obstructiva del sueño se produce por un colapso o cierre de la vía aérea superior a la altura del paladar y la base de la lengua principalmente, que produce una ausencia (apnea) o disminución (hipopnea) de la respiración de forma transitoria. La obstrucción puede deberse a distintos factores: La mandíbula o el maxilar son pequeños, puede existir obstrucción nasal, el paladar es muy grande y flácido o la base de la lengua es demasiado gruesa.


Existen factores predisponentes para desarrollar este problema como son los problemas anatómicos de la vía aérea superior (mala ventilación nasal, trastornos de la faringe con un excesivo tamaño de las estructuras que los forman), malformaciones maxilofaciales o cifoescoliosis y problemas médicos generales como la obesidad, algunos trastornos endocrinos, trastornos neuromusculares, etc. De todos ellos el más frecuente es la obesidad. Así, más del 60 por ciento de las personas que padecen este trastorno son obesos.


¿Cómo se diagnostica?
Para valorar la necesidad de tratamiento ha de realizarse en primer lugar un diagnóstico. Hay otros trastornos nocturnos y otras enfermedades que pueden provocar despertares frecuentes o somnolencia durante el día, sin que se deban a pausas respiratorias. También hay roncadores que no tienen un síndrome de apnea de sueño. Por eso es imprescindible realizar un estudio de sueño (poligrafía cardio-respiratoria o polisomnografía), en el que se registran el flujo aéreo, la frecuencia cardiaca, el esfuerzo ventilatorio, el nivel de oxigenación sanguínea y, cuando sea posible, las fases del sueño. Con esta prueba se hace un diagnóstico de la enfermedad y se establece el grado de severidad en función del número de pausas, su duración, la desoxigenación que provocan y la asociación a trastornos de la frecuencia cardiaca. Además, sirve para establecer el tratamiento y ver si éste es efectivo.

¿Cuál es su tratamiento?
La llamada CPAP (Presión Positiva Continua en vía Aérea), empleada desde 1981, es el mejor tratamiento del síndrome de apneas obstructivas del sueño. Consiste en un aparato que envía aire ambiental a una presión determinada, venciendo así el cierre de la vía respiratoria y evitando las pausas respiratorias. La CPAP evita los trastornos respiratorios y normaliza el transcurso del sueño, desapareciendo la somnolencia y los problemas que todo el trastorno provoca. El aparato es sencillo y manejable, genera una presión de aire que se transmite a través de un tubo hasta una mascarilla que se ajusta a la nariz, o en ocasiones a nariz y boca. Existen diversas mascarillas de diferentes formas y tamaños para adecuarse a las necesidades. Habitualmente se tolera bien, aunque pueden surgir pequeños problemas como sequedad, congestión nasal, dolor de cabeza, frío, daño de la piel sobre la que se apoya la mascarilla, etc., que se han de intentar resolver a través de un contacto adecuado con el médico responsable y la empresa suministradora. Normalmente estos problemas se pueden resolver mediante medidas locales. Algunos pacientes toleran mejor otro tipo de sistemas que crean dos niveles de presión en cada respiración (llamados Bi-PAP). Este aparato disminuye la presión de aire cuando usted expulsa el aire que respira. La CPAP «inteligente» o auto-CPAP genera una presión que se adapta a los requerimientos, aunque su coste es mayor y su uso no está aún muy extendido.

Junto a la CPAP es imprescindible iniciar un tratamiento dietético con objeto de eliminar el sobrepeso y evitar las comidas copiosas o la ingesta de bebidas alcohólicas y sedantes antes de acostarse, ya que favorecen las pausas respiratorias. En muchas personas el trastorno puede mejorar de forma importante e incluso resolverse únicamente con el descenso de peso.

La cirugía de la vía aérea superior, sobre el paladar o sobre el maxilar, puede ser beneficiosa en algunas personas que no toleran bien el tratamiento con CPAP y que tienen alteraciones anatómicas claras.

Avance bimaxilar en las personas con la mandíbula o el maxilar disarmonicos. Se trata de posicionar el maxilar superior, la mandíbula y la musculatura de la base de la lengua que está insertada en la mandíbula y en el hioides, con el fin de dejar por detrás espacio suficiente para evitar la obstrucción cuando el paciente está dormido.
Uvulopalatofaringoplastia, consistente en la eliminación de parte del paladar blando, de la úvula, que es muy gruesa en algunos pacientes y obstaculiza la respiración; igualmente puede procederse a la reducción de la base de la lengua.
Ha de ser el especialista quien juzgue las posibilidades terapéuticas de las intervenciones en cada caso. Mientras en unos pacientes el diagnóstico es muy claro, en otros el otorrinolaringólogo primero realiza la cirugía de partes blandas y, si todavía no hay espacio suficiente para el paso normal del aire, el cirujano maxilofacial puede recurrir al avance bimaxilar. En personas con mala ventilación nasal y alteraciones anatómicas nasales una intervención de dicha zona puede facilitar la eficacia del tratamiento con CPAP y mejorar los síntomas.

Existen dispositivos intraorales que, colocados en la boca, producen un adelantamiento de la mandíbula y pueden ser útiles en determinados casos, por lo general leves o moderados, y principalmente en personas con malformaciones maxilofaciales. No cómodos para dormir no lo toleran con frecuencia

Los dispositivos extraorales, cómodos y sencillos, impiden la respiración bucal presionando el labio inferior. La eficacia es elevada en el 80% de sujetos que respiran por la boca , reduciendo o suprimiendo ronquido y apneas del sueño. De fácil uso y cómodos estos dispositivos reeducan la respiración nasal. En el mercado el primer dispositivo patentado “cinta respiratoria nasal“ esta comercializada con el nombre de cirena.

¿Es peligroso tener un síndrome de apnea del sueño?
Las posibles complicaciones derivadas de este trastorno son múltiples. La somnolencia excesiva hace que estas personas tengan más accidentes de tráfico, con un riesgo hasta tres veces mayor que las personas que no lo padecen, lo cual desaparece tras el tratamiento adecuado. Por el mismo motivo existe un mayor riesgo de accidentes laborales.

La presencia de un síndrome de apnea de sueño incrementa los riesgos de enfermedades cardiovasculares como hipertensión arterial, arritmias cardiacas, cardiopatía isquémica y accidentes cerebrovasculares (ictus). Se ha observado que hasta el 50 por ciento de personas con SAOS tienen hipertensión arterial, y que el 30 por ciento de los hipertensos tienen un SAOS. Las apneas repetidas producen un incremento de la tensión arterial durante la noche.

Por todo ello siempre que se encuentre un SAOS importante, por el número o características de las pausas respiratorias o con síntomas importantes, ha de iniciarse un tratamiento.



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